lunes, 30 de abril de 2012

el libro vacío

Hace algún tiempo terminé un libro que me recomendó mi mejor amigo con mucha insistencia, lo leí, no con un desmesurado interés de inicio (reconozco), y aunque la historia del personaje me sonó bastante familiar en algunas partes del relato, fueron las ultimas páginas, las que le dan sentido a todo el libro.

Tan es así, que ahora utilizo algunos fragmentos a modo de recordatorio personal,  me gustaría compartir uno de ellos, uno que me recordó algo que es muy importante y creo que no muchos tenemos presente, entre otras cosas, el tiempo.

  "Una tarde, hace dos o tres semanas, estaba yo tendido en el sofá, imaginando cosas, jugando al héroe. Mi mujer me pregunto de improviso:
  -¿En que piensas?
  -En nada.
  -No es cierto. Tenias esa cara... ¡ Dímelo!
  Hice mal en confiarme: en ese momento, exponiendo la vida, yo acababa de salvar de las llamas a dos niños.
  Mi mujer se rió:
  -¿Y no pensaste en los tuyos, que pudieron quedarse huérfanos?
  Le conté todo: No existían. Yo acababa de fugarme de la cárcel. Hacia dos años que estaba encerrado en una mazmorra por cuestiones políticas. Era el jefe de un grupo rebelde que se había enfrentado al tirano.
  -Pero Josè , ¿no te da vergüenza... a tu edad?
  -Si.
  -Estas peor que Lorenzo (su hijo)...
  -Si.
  Le pregunte, por decir algo, si ella nunca soñaba.
  -A veces. Pero siempre con cosas que puedan convertirse en realidad.
  ¡Ahora si me interesaba su respuesta!
  -¿Y crees que nunca podría yo salvar de las llamas a dos niños, o ser perseguido por ideales políticos?
  -No hijo. Ya tu tiempo pasó.
  Deduje que ella, si no hubiera pasado mi tiempo, me consideraría capaz de realizar proezas de ese tipo. O sea, que en alguna época fuí capaz, que pude haberlo hecho. No lo hice porque no hubo ocasión, porque el tiempo fue pasando, pero no porque estuviera yo incapacitado esencialmente. La mejor  prueba de ello (deduje también) es que dentro de mi ha quedado vivo ese personaje heroico, y que mi imaginación esta siempre al servicio de sus variadas y múltiples hazañas.
  No puedo hacer nada para que estas se conviertan en realidad, por eso, porque el tiempo ya paso. Antes, cuando aun no pasaba, yo no sabía que pasa tan rápidamente que ni siquiera lo sentimos, ni que después, cuando empezamos a notar su paso, es que ha pasado ya.
  Es muy difícil, realmente. Queda uno atrapado por los acontecimientos del corazón, del instinto, de la esperanza; luego por los deberes, por la casa, por los hijos. No sabe uno, no siente cual es el día exacto en que debe poner una marca o hacer un tajo hondo y cambiar el rumbo pese a todos los vientos.
  ¿Como iba yo a saber que la acumulación de esos "mañana" que ni siquiera distinguía, y que sin notarlo ya eran "hoy" y "ayer" harían pasar no solo el tiempo, sino mi tiempo, el único mio?(...)
  Si entonces pensaba en el tiempo, así, como un concepto aislado e inexorable, era solo para desear que pasara rápidamente. (...)
  Y así, deseando que pase el tiempo para que pasen también los problemas diarios que nos agobian, nos encontramos un día con que ha pasado nuestro tiempo.
  Y que al margen han quedado, intactos, sin edad, nuestra bohardilla en París, nuestro libro famoso, nuestro barco en plena tempestad, nuestra proeza en el campo de batalla..., nuestro nombre."

domingo, 22 de abril de 2012

sobre el orgullo

A base de muchos y recientes "golpes a mi ego" me siento motivado a escribir lo siguiente:

El orgullo, aquel defecto del carácter del que tantos padecemos, es aquella influencia que, disfrazada de nuestro mejor consejero, nos hace actuar, o no actuar, en sentido contrario a nosotros mismos con respecto a las personas que nos rodean o forman parte de nuestra vida; es aquello que nos hace creer que somos lo suficientemente buenos como para pedir perdón por nuestros errores, o en caso opuesto, no perdonar los errores ajenos, motivandonos a la acumulación de rencores.

Es síntoma de soberbia, es la excesiva valoración del propio ser, poniéndolo por encima de los demás, simplemente inspirado en el propio ego, es el actuar de modo impulsivo por creer que estamos protegiéndonos o actuando a favor de nosotros mismos, cuando en realidad es una forma silenciosa, pero muy clara de aislarnos y ponernos en contra de otros, y en el peor de los casos avanzar hacia la soledad, de preferir nuestra necedad, dolor y resentimientos, por encima de la razón, el amor y la paz interior.

Es el creer que somos mas fuertes por elegir actuar solos y jamas necesitar la ayuda de alguien o mostrarnos vulnerables, es el pensar que somos mejores por ejercer un acto de resistencia, que si bien es fácil (y hasta lógico) en un inicio, es una resistencia que tarde o temprano se vuelve en nuestra contra, revelando nuestra propia debilidad y falta de madurez para enfrentarnos a nuestras decisiones con la gente.

Concluyendo, el orgullo pienso yo, es bien, un acto típico de estupidez humana que empobrece el espíritu, nubla la razón y nos aleja como seres humanos, al mismo tiempo que nos dificulta el camino hacia la plenitud personal. Que bien, no debe ser confundido con su matiz, que es el sentimiento de satisfacción que sentimos por algún logro personal o de alguien cercano, ni con la dignidad, que es el valor del cual gozamos como seres humanos de ser autónomos en función de nuestra capacidad, respeto y amor propios.

La persona que vive de forma orgullosa, siempre irá en contra de la corriente.